8 de diciembre de 2011

Un reto para los profesores, el aula inclusiva




Antes de irrumpir en el tema debemos detenernos un momento y presentar que es lo que es y pretende decirnos la “Educación Inclusiva y por extensión el Aula Inclusiva”. 
Nos permitimos presentar a la educación inclusiva como un empuje a la Educación para Todos, potenciando condiciones de orientar a las escuelas para que contemplen a todos los niños y niñas de la comunidad educativa, como parte de un sistema inclusivo. La educación inclusiva se centra en todos los alumnos, sobre todos los más vulnerables, a aquellos que habitualmente han sido o pueden ser excluidos de las ofertas educativas. 

En este contexto, tenemos que señalar que INCLUIR: significa ser parte de algo, integrar el todo. La inclusión se centra, pues, en cómo potenciar las cualidades y las necesidades de cada uno y de todos los alumnos, para que se sientan considerados y elementos integrados dentro de un marco de participación y acceso, de participación y colaboración y de participación y diversidad, todo ello permitirá sentar las cimientos que favorecerá el éxito de todo nuestro alumnado o auspiciando los máximos éxitos personales. Otra aspecto intrínseco de la escuela y por ende del aula inclusiva es que todos y cada uno de nuestros alumnos pueden aprender si se les facilita el medio adecuado, se le motiva y se le ofrece unas actividades significativas. 
Por ello, la inclusividad realza, así, la percepción de la colectividad, para que en las aulas y en la escuela todos tengan el sentido de pertenecer y formar parte de la comunidad educativa, valorando lo que cada uno de nuestros alumnos nos pueda aportar para la construcción de la misma.

De esta manera resaltamos y reforzamos las habilidades y capacidades de cada uno, incluyendo los de aquellos que son más vulnerables por discapacidades, superdotación o comportamientos disruptivos. Cada alumno y alumna es un elemento importante y inestimable con compromisos y con un que hacer, lo que nos da el desarrollo de la autoestima, la satisfacción en los logros, el respeto mutuo y un sentido de pertenencia. Esto no pasaría si algunos de nuestros alumnos constantemente recibieran y nunca dieran apoyo. 
El verdadero espacio de desarrollo de la Educación Inclusiva es la propia aula, es el verdadero embrión de la Escuela Inclusiva.

Ahora damos paso a los aspectos que nos facilitarán la introducción en el aula inclusiva. Partiremos, para ello, de la reflexión del aula como unidad básica de atención, donde los docentes y los alumnos se interrelacionan e interaccionan y buscan unos objetivos comunes que deben sustentarse en la cooperación y colaboración mutua.

Las aulas inclusivas deben admitir una filosofía en donde todos los alumnos sean parte integrante de ella y su centro de aprendizaje es la propia aula ordinaria, de esta forma realza la diversidad como un valor intrínseco y proporciona las máximas situaciones de aprendizaje. También favorecerán el respeto mutuo entre los iguales y cualquier miembro de la comunidad educativa.

Lo que debe potenciar el aula inclusiva es que, en la medida de lo posible, los alumnos con ciertas necesidades educativas tengan su aula ordinaria como centro de aprendizaje el máximo de sesiones posibles, lo que permitirá una mayor interrelación entre sus miembros.

Las aulas inclusivas tienden a fomentar una variada forma de apoyo. Consideramos que entre ellos la experiencia nos dice que tiene una gran eficacia la de tutoría entre compañeros, aprendizaje cooperativo y otras formas de poner a los compañeros en contacto mediante relaciones continuas y de apoyo. Dentro de esta misma línea estaría potenciar en los docentes que realicen trabajos juntos y se apoyen mutuamente a través de la colaboración profesional, y otras disposiciones cooperativistas.

El profesor en un aula inclusiva debe ser un elemento facilitador del aprendizaje y de oportunidades de apoyo. Tiene que traspasar responsabilidades de aprendizaje y de apoyo a los miembros grupo, este pasa a ser el constructor y nosotros los guías. El docente con el compromiso de estos roles tiene que realizar grandes esfuerzos para llevar a cabo todos los retos, pero nunca de forma aislada del centro, su aula no es un una isla. Hay que construir grupos de trabajos que sepan comunicarse sinceramente, y se realice autenticas coordinaciones colaborativas para desarrollar un compromiso significativo entre todos. 
Este reto que se nos presenta a los profesionales de la docencia no viene solo, sino que está en parte limitado por una serie de “piedras en el camino” que nos obstaculiza para un pleno desarrollo del proyecto, por un lado la formación recibida, y la cual nos ejercita para el desarrollo de nuestra profesión, no ha sido la más adecuado para poder llevar adelante este propuesta que se nos ha encomendado, también los materiales, recursos y otros no son proporcionado en la medida de los que se nos pide sobre los papeles, la teoría es muy bonita, pero debe ir acompañada de los recursos adecuados para poder afrontar con una cierta garantía de éxito y por último todo cambio supone una resistencia a él y nuestro colectivo no iba a ser menos.


Claro que tal como se plantea todo parece negativo, inalcanzable y los obstáculos muros de difícil escalar, pero creo que es también de recibo presentar los aspectos positivos y hay uno sobre todos los demás que nos pueden abrir el camino para que en el tiempo, con colaboración y constancia podamos obtener los frutos que esperamos. El elemento esencial para pode alcanzar el objetivo del Aula Inclusiva, desde mi postura y de algunos autores importantes sobre el tema, es el docente, el cual sin su predisposición, voluntad y dedicación no se podría asegurar el éxito de esta gran empresa que se ha propuesto la Educación de este siglo, es el gran reto de la plena escuela para todos, que nadie pueda ser excluido de ella.



Si queremos una implantación auténtica nos toca actuar con un papel decisivo y sobre todo de iniciación, somos nosotros los que tenemos ese compromiso, ya nos han proporcionado las teorías, principios y experiencias, tenemos casi todos los elementos para poder ponerlo en práctica, es hora de creer y andar hacia el futuro y de nuestra aula inclusiva.

Orlando Beltrá de Hoyos
Licenciado en Psicopedagogía
Funcionario de Carrera en Pedagogía Terapéutica con destino en el CEO Tunte

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